“ Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.” (Lucas 6:49)
Ayer compraba unos regalitos en Ikea con mi esposo, y entramos a la tiendita de comida que ellos tienen. Estaban dando a probar diferentes dips con galletitas. Mi esposo, que es mas osado, se atrevió a probarlos sin importarle lo que eran, ni el color, ni la textura. Yo esperé a que él los probara todos, y solo me atreví a degustar el de salmón porque sabía que me iba a gustar. A los demás que él puso mala cara, y me dijo que no le gustaron ni me molesté en saber lo que eran ni a que sabían. Confío en su paladar y en lo que él me dice que es bueno o malo. Cuanto mas no confiaré en la Palabra de Dios y como no hacerle caso a lo que Dios me dice que haga o deje de hacer. No soy tonta!
Cristo nos explica como aquella mujer que le han dicho que hacer y no lo hace, es una vida que esta cimentada sobre la arena- donde el viento y el agua la destruyen. Mi vida debe estar fundada en la obediencia a la Palabra de Dios. Es lo único que va fortalecer lo que emprenda, mi carácter, y mis acciones. Permaneceré de pie, viviré en constante arrepentimiento y mi confianza estará en la gracia de mi Señor que me ha salvado. Mi pensar, mi actuar y mi hablar deben ser conformes a las palabras de Cristo. Mi vida debe estar construida sobre la Roca, es mi fundamento inamovible. Mi vida y mi muerte están seguras porque son sostenidas por el poder de Cristo.
Nuestra seguridad no puede estar en las buenas obras que hacemos, ni en el saber lo que debemos hacer. Nuestra relación con Dios no puede ser solo oír: oír los sermones, oír consejos, oír oraciones, oír amigas cristianas. Tengo que ser hacedora de la Palabra, cimentarme en la Roca firme que es Jesus, otra cosa es arena. Mi personalidad y mi estilo de vida deben ser acorde a la obediencia de la Palabra. Muchas dicen ser cristianas pero se han conformado con solo oír la Palabra, en Santiago dice que esto es un engaño. El que oye y no hace es como un hombre que se mira en un espejo y no hace nada por su apariencia. (santiago 1:22-25) Es de necias eso! Debo mirar mi interior con detenimiento y cautela, y profundizar en mi relación con Dios, las Escrituras y mi obediencia.
Mi esperanza esta en Cristo, no en mi matrimonio, no en mi trabajo, o mis logros, o en la prosperidad terrenal. Nada de esto puede sustentar mi eternidad, porque son pasajeras. Que Dios nos ayude a construir para la eternidad, a ser sabias, edificando nuestra casa también. Nada ni nadie podrá separarnos del amor de Cristo. Mi confianza está en Jesús, aquel que dio su vida por mi y por ti.
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