“Y el SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea. Entonces el SEÑOR Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar. Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre.” (Génesis 2:18, 21-22)
Todo lo que hace Dios es bueno, porque es parte de Su plan perfecto y con un propósito claro. Pero, al crear el hombre se dio cuenta que éste no estaba completo. Dios le regalo al hombre una compañera, una ayudadora, una igual. Para el hombre completar el plan perfecto del Creador no podía estar solo en la tierra, necesitaba un completo para poder llevar a cabo los propósitos de Dios. La mujer fue hecha por Dios para suplir la deficiencia del hombre.
Como esposa estoy consciente que nací para suplir necesidades de mi esposo. Soy lo que el necesita para cumplir el propósito de Dios en el. Dios me hizo así para mi compañero; me ha capacitado y equipado con diferentes dones y talentos para agradarlo a El y a mi esposo. He entendido que mi rol es completarlo a él, no querer lucírmela por encima de él, no sobresalir a su nivel y mucho menos competir con él. Por Su gracia tengo el privilegio de ser ayuda de Dios y de mi esposo.
Eva fue creada de la costilla de Adán, de su costado, de su misma carne. Que bendición es que tu esposo se deleite diariamente con tu presencia en su vida. La voluntad de Dios para mi vida es que lo honre, le obedezca y le sirva a mi esposo. En la medida en que yo cumplo con mi rol en la tierra en esa misma medida honro a Dios. Mi naturaleza es ser ayuda idónea, para eso fui creada. No puedo vivir la vida entera tratando de pelear en contra de mi propio diseño. Así me hizo Dios, a disfrutarlo!
Gloria a Dios por esto!
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