“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Tim. 6:6-7)
En esta época navideña donde el consumismo se apodera de todos los corazones, hasta de los cristianos; Pablo me recuerda que todo lo material es pasajero. Estoy segura que no es condenando las posesiones; siempre y cuando sea Dios quien las haya provisto en Su gracia. Pero, muchas veces la falta de contentamiento produce en mi un deseo egoísta de tener y tener; no solo dinero, sino posesiones vanas.
Diariamente debo recordar que al final de mis días, terminen en riqueza o en pobreza tendré la misma situación: un ataúd, una tumba… lo que realmente vale es como viví mi vida y que tanto mi carácter se asemejó al de Cristo. Estoy segura que si medito en este versículo diariamente mis días serán menos estresantes, el salir a trabajar será con otra perspectiva, el servir a mi esposo será un deleite, y lo poco o lo mucho que tenga no determinará mi grado de contentamiento. Estaré plena en El porque mi felicidad es la eternidad venidera.
Mi ganancia está en vivir una vida piadosa que muestre que internamente estoy satisfecha y que me es suficiente con lo que Dios me ha dado. Dios es mi fuente de contentamiento verdadero. La piedad es algo que debe ser ejercitado. Es toda mi actitud y respuestas adecuadas a Dios. Es volver a una vida santa una y otra vez. Debo mantener una conducta correcta delante de Dios en todas las cosas que digo, pienso y hago. No es engañar a los demás con mis acciones, Dios ve mis intenciones. Eso es la piedad. ME encanta el término en ingles porque es GODLINESS, seria ser como Dios. Es tener su esencia en mi.
La piedad y el contentamiento deben ser practicados constantemente en mi diario vivir. Requieren un esfuerzo riguroso y un sacrificio de mi carne. El disciplinarme espiritualmente me llevara a vivir una vida piadosa, llena de contentamiento y que agrade a Dios.
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