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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Mi Llamado


“pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.” (I Co. 7:34)

Durante mi tiempo de soltería ocupe todo el tiempo que podía a servir al Señor. Ahora, que estoy casada lucho constantemente con sacar ese tiempo. Pero este verso me tranquiliza, porque me recuerda que mi principal misión es agradar a mi esposo sin dejar de poner a disposición de mi iglesia mis dones y talentos. Mi realización como mujer será mayor a medida que yo vaya funcionando conforme a la naturaleza con la cual fui creada. Ni en mi casa, ni en la iglesia debo estar buscando el papel de líder porque eso no va a satisfacer ni a Dios, ni a mi, ni a mi esposo. Mis fortalezas no debo ponerlas por encima de el, sino usarlas para mejorar el papel de liderazgo que mi esposo ejerce en nuestro hogar.

Ayuda idónea es una traducción de la palabra hebrea ayzer. Si buscamos referencia en otros versículos y traducciones encontramos que sus sinónimos son: digno, suficiente, competente, apropiada, perfecta, buena y bien equipada. Para ser la ayuda idónea que mi esposa necesita no tengo que tener una lista de deberes por hacer. Mi deseo de servirle y cumplir mi rol debe llevarme a descubrir aquellas cosas que se que él desea que haga. No debo rehuir aquellas cosas que debo hacer en mi rol de esposa y ama de casa. Aun estando en un trabajo demandante y que consume tiempo, debo ocuparme de las cosas de mi esposo y casa.

Cada día debo elegir ser la mejor ayuda para mi esposo. Debo trabajar duro para ser una buena esposa y tener un buen matrimonio. Es mi anhelo que Dios desarrolle en mi el carácter de una mujer piadosa: virtud, gracia, sabiduría, prudencia y bondad. Que mi carácter se distinga por ser una mujer que le sirve a mi esposo y a otros.

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