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jueves, 6 de enero de 2011

Ganatelo!


“ Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.” (1 Pe. 3:1-2)

Como mujeres, como esposas, como hijas, madres, amigas y sobretodo como hijas de Dios debemos tener mucho cuidado de hablar negativamente de las personas. Un comentario fuera de lugar, revelando interioridades, con sarcasmo, o con la intención de herir y molestar puede ponerle fin a una amistad/relación de toda la vida. Esto hiere al mas fuerte de los hombres pero sobretodo aquellos hombres llenos de sueños y deseos de ser mejores.

Diariamente debemos pedirle al Señor que examine nuestros corazones y nos haga entender cual es nuestra motivación al hacer estos comentarios. Muchas veces no son para edificación, ni confrontación en amor. La mayoría de las veces es para humillar a esa persona y elevar nuestra falsa perfección delante de los demás. Esto solo hace que las personas se alejen y desconfíen de nuestros consejos. Todas estas palabras ociosas lo que pueden hacer es atemorizar a nuestro hombre, volverlo inseguro, lleno de ira y esperando conflicto cada vez que nos vea.

Mi deber como esposa es independiente de si mi esposo cumple o no con la Palabra. No se trata solo de esposas casadas con inconversos. También es para aquellos que no obedecen la Palabra. Mi conducta debe ser casta y respetuosa. Hasta mi vestir debe ser cuidado, a Dios no le gusta la vanidad ni lo costoso de mi vestir. Debo poner limites en vestir y en mi boca. Mi tiempo y mi dinero le pertenecen a mi esposo también, no puedo malgastarlo en trivialidades. Para ser de testimonio en todos los lugares debo mostrar mi sometimiento a mi esposo. Puede ser que para los ojos del mundo nos veamos como unas tontas, pero Dios lo ve y le agrada que obedezcamos Su Palabra. No es que seamos inferiores, pero los roles que Dios nos ha dado como esposas van bajo el liderazgo de nuestra cabeza, que es el esposo.

Me encanta como este pasaje le recuerda a la mujer CRISTIANA a no dejar a su marido, no le dice que le predique, ni que demande sus derechos; es a través de la sumisión con gracia, amor, mansedumbre y respeto que se evangelizara a este hombre. Muchas veces nuestros actos hablan mas fuerte que nuestras palabras.

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